quarta-feira, 4 de maio de 2011

Mónica y su pandilla


Mónica y su pandilla en: Antes, durante y después.

Érase una vez una pandilla muy divertida, que hacía muchas peripecias. Un día por la noche se reunieron para confabular sobre el paseo que harían en la playa.
Ya era muy tarde y nadie conseguía amodorrarse, solo querían saber de imaginar la diversión que sería el paseo en la playa. Daban brincos sobre las camas, gritaban, charlaban y el entusiasmo crecía a cada hora, excepto a Cascarón, que a él no le gustaba la idea del paseo por la playa, pues tenía mucho miedo al agua.
Con el alvorecer del día, todos se pusieron muy contentos, pues ya era hora de partir.
Los padres de Mónica, muy cansados por la bulla noche adentro, no consiguieron dormir, luego abrieron la puerta del dormitorio y dijeron:
__ ¡Dios mío, niños! ¿Saben qué hora es?
Cebollita cubierto por el éxtasis y alegría dijo:
__ Es hola de paltir.
Así todos se vistieron, arreglaron las cosas necesarias para el paseo y partieron rumbo a la playa.
En el camino la euforia aumentaba al paso que los kilómetros disminuían. Magáli una niña muy glotona y preocupada con los compañeros, preguntó a Cascarón:
__ ¿Qué mala cara tienes, Cascarón?
Cascarón muy malhumorado, dijo:
__ No me gusta la playa. No sé como han conseguido convencerme.
El tiempo se pasó y pronto llegaron en la dichosa playa. Mientras el padre de Mónica buscaba un lugar para aparcar, ellos observaban desde la ventanilla del coche la playa. Era linda, limpia y organizada. Había muchos turistas, vendedores ambulantes, parasoles y niños.

Mónica y sus amigos no aguantaban más esperar. Estaban tan ansiosos que al salir del auto corrieron por la arena buscando el mejor lugar para construir castillos. Los padres de Mónica buscaron un lugar más cómodo, lejos del agua y de la muchedumbre.
Todos encontraron un rinconcito especial, hasta Cascarón que prefirió acomodarse en la acera observando a sus amigos a través de su binóculo.
Tras un corto período Magáli y Mónica intentaron convencerlo, diciéndole:
__ ¡Ven Cascarón! Aquí está seco, no te vas a mojar. Ven Cascarón, jugamos contigo solo en la arena.
Hidrófobo como solo Cascarón es, e irreductible dijo:
__ ¡Ni hablar! Prefiero quedarme aquí observando, y bien lejos. Castillo de arena a la orilla del mar, ni pensar!! De pronto viene una ola y ...
El día estaba perfecto, el sol lucía y casi no había nubes en el cielo, algunos niños volaban la cometa, otros nadaban, otros jugaban a la pelota y otros preferían hacer castillos de arena.
Magáli y Mónica preferían un juego más tranquilo como hacer castillos, pasaron un largo tiempo construyéndolo, luego Mágali dijo:
__ Cómo está lindo nuestro castillito...
Mónica, muy contenta, dijo:
__ ¡Ah! Magáli no sabía que era tan relajante hacer castillitos de arena.
Todo iba muy bien, hasta que Cebollita, un niño de veras travieso, al patear la pelota con fuerza y sin mirar la dirección, destruyó todo el castillo de las niñas.
Viendo las caras tristes se acercó a ellas y les dijo:

__ Peldón muchachas... Fue sin queler… (queliendo)
Así, Mónica muy aburrida intentó agarrar a Cebollita, el cual salió corriendo. Magáli calmamente le aconsejó:
__ No te pongas nerviosa Mónica, nosotras comenzamos de nuevo.
De esta vez, buscaron un lugar con arena blanda y lejos de pelotas, sentaron y empezaron otra vez a construir el castillo.
Con la ayuda de las herramientas, accesorios que llevaban, en un santiamén el castillo estaba terminado. Magáli muy solícita, dijo:
__ ¡Ya está listo! Este está más bonito, ¿verdad?
Mónica muy turrona, tardó en concordar. El castillito estaba realmente hermoso, y habían conseguido hacerlo aún mayor. De repente comenzaron a escuchar unos gritos que venían exactamente en la dirección del gran castillo. Era una niña que descontrolada, no conseguía gobernar la bici. Y, así decía:
__ ¡Socorro!! ¡Auxilio!! ¡Quítame de aquí!!! ¡Salgan!! ¡No consigo controlaaaaaarrrrr!!
Imagine lo que sucedió. Lamentablemente el castillo fue destruido. Más no fue el suficiente para hacer con que Magáli cambiase la chaqueta. Perseverante y paciente dijo:
__ Ay, Ay... Recomenzar otra vez.
Mónica impaciente, muy mosqueada, cantó las cuarenta:
__ ¡Tontorrona!! ¿Por qué no ves adónde andas?
Una vez más los planes del maravilloso castillo comenzaba. Procuraron un lugar aún más seguro, lejos de niños con pelotas y de niñas con bicicletas. El rincón encontrado era muy tranquilo y allí comenzaron. Hicieron el montocito de arena, moldearon, subieron las torres, y ahora sí, el castillo ya estaba concluido.
De pronto Mónica y Magáli miraron la ola que venía y ….

…Se lo llevó.
Magáli, dijo:
__ Creo que hoy no es nuestro día, Mónica.
Mónica, que buscaba tranquilidad solo encontraba trampas que la dejaba a regañadientes, así dijo:
__ ¿Cómo puedo relajarme así?
Dando un punto, Mónica acercó al mar y dijo:
__ Prepárate para recibir tu merecido. ¿Por qué hiciste esto con nuestro castillito? Tonto.
De esta manera Mónica prefirió nadar un poco, ya que el agua estaba tibia. Desde el mar invitó a su amiguita diciéndole:
__ ¡Eh, Magáli!! Ven nadar. El agua está muy agradable.
Magáli obstinada en hacer esculturas de arena dijo:
__ No, gracias. Prefiero hacer esculturas.
Así, volando con su imaginación comenzó a moldear la arena dándole formas increíbles. Ingeniosa en sus pensamientos, dijo:
__ Ahora, van a conocer mi sensibilidad artística de escultora, humm...
Mónica que ya había se desinteresado en construir castillos, dijo:
__ Voy a nadar para refrescar la cabeza. ¡La la, la!! ¡Bien!! ¡Cómo me gusta el mar!!!
Lo que Mónica no sabía era que el horario elegido para entrar en el agua, era justamente el horario más peligroso, horario en que el sol está más caliente. Luego la cabeza de Mónica comenzó a calentar y provocarle ilusiones, como:
__ ¡Ayyyyy!! ¿Será que aquí hay tiburón? O,o,o peor, ballenas asesinas....
Mónica entonces recordó de la clase que había tenido en la escuela sobre los peligros del agua, así zambullió para que pudiese mojar la cabeza y recobrar sus sentidos. Adquirindo su raciocinio, dijo:
__ Qué tontería, la marea está baja, en calma y además esos animales no consiguen llegar hasta aquí.
Sin embargo, con mucha alegría Mónica continuó nadando. Pero, una vez más tuvo la sensación de que había algo en el agua. De esta vez no era ilusión, sino verdad. Solo no sabía qué era, y comenzó a vociferar:
__ ¡Ayyyy! ¡Jesús!! Pasó algo por entre mis piernas. ¡Uaaaa! Tiburón. ¡Socorro!!!! ¡Tiburón! ¡Sálvese quién pueda!!!! ¡Socorro!!!! So...
Mirando a su alrededor vio que se trataba del vivaracho, el diablillo, Cebollita, pues llevaba un snorkel para bucear y éste estaba a muestras. Así haciendo vista gorda continuó bramando:
__ ¿Alguien pueda ayudarme??, seré devorada por él...
Muy lista, pensó en devolverle la pelota. Llenó las manos de arena y acercándose al tubo del snorkel, la tiró.
Cebollita, rápidamente subió a la superficie y reñiendo la dejó aún más nerviosa. Mónica muy tendinosa dijo:
__ ¡Anda ya!! De esa vez no me escaparás.
El pícaro prosiguió con las burlas diciendo:
__ ¡Ja, ja, ja! Quielo ver si la ballena es más lápida que el tibulón...
Llena de rabia, Mónica nadó detrás de Cebollita, pero…
… Delante de Cebollita se formó una ola gigante y ésta lo devoró. Mónica ayudó a Cebollita y arrastrándole por la arena, muy feliz, como si hubiera ganado el premio, sintiendo el gusto de la victoria, dijo a Magáli:
__ Magáli, vea lo que he encontrando en el mar, un pez terrestre...
Cebollita, con su pancita llena de agua solo decía:
__ Ay, ay, ay, agua no, agua no.
Mismo siendo a veces nerviosa, testaruda, turrona, Mónica se demuestra apenada, luego pregunta a su amigo:
__ ¿Cómo te sientes?
Cebollita no se sentía nada bien, pues solo gimoteaba. No conseguía ni ponerse de pie. Magáli mirándolo dijo:
__ ¡Vaya!! Esa de pez terrestre…

Mónica aprovechó la situación para decir algo importante:
__ Es bueno, ahora él sabe que no se puede jugar en el mar, incluso si no se sabe nadar. Bueno, ahora voy a tomar sol.
El tiempo transcurrió y Mónica resolvió broncearse más. Luego pidió a Magáli:
__ Me coges el bronceador, Magáli.
Magáli despistada con sus esculturas cogió un frasco cualquiera. Sin percibir se lo entregó a Mónica. Así, admirando su más diferente obra dijo:
__ ¡Ah! La maravilla de la arquitectura playera. Están perfectas. Esto de hacer esculturas así, me dejó hambrienta.
Mientras Mónica se lambruceaba con el “bronceador”, Magáli preparaba sus invenciones para ser su comida, pasaba su crema caramelo para dejarlas más sabrosas. De repente Mónica comenzó a sentir el olor del líquido que exhalaba de su piel, luego preguntó a Magáli:
__ ¡Magáli! ¿Tienes certeza que esto es el bronceador?
Magáli, lista para dentellear su primer invento dijo:
__ Sí..Sí...¿Por qué?
Sin embargo, sin esperar las explicaciones de Mónica, Magáli mordisqueó su escultura, y viendo que no era la crema caramelo dijo:
__ ¡Argh! Jamás imaginé comer frutas bronceadas.
Inopinadamente una lluvia de abejas se formó encima de Mónica. Desesperada huyó corriendo, pero…
Todos que estaban en la playa se pusieron exasperados, y fue desocupando la playa hasta que no hubiese más nadie. La playa se quedó desierta y los padres de Mónica preocupados con todos llaman:
__ ¡
Mónica! ¡Mágali! ¡Cebollita!
Desde la acera, Cascarón asistía las situaciones, desde las más cómicas hasta aquellas más tristes. Luego pensó:
__ ¡Qué lío!! Tuve suerte en solo observar. La idea de venir a la playa no fue tan buena, si tuviésemos ido al parque, por cierto sería mejor.
El día pasó y Cascarón no pensó que iba a tener problemas, pero…
__ ¡Oh no! ¡Qué rollo! Me olvidé de pasar el protector solar...
La noche llegó, y el paseo y sus confusiones se acabaron. Volvieron para la ciudad. En el trayecto el padre pide un favor a la mujer:
__ Querida, ¿me haces un favor? La próxima vez que me entusiasme con el “antes y el durante”…Acuérdame que lo peor es lo que viene después.

Colorín, colorao la historia se ha acabao.






Luciana da Silva Berti Eccel